A una semana de la muerte del compa Mauricio Morales es difícil no reflexionar y pensarlo en nuestras conversaciones cotidianas, nosotr@s no queremos ensalzarlo como un mártir de la causa libertaria, pues entendemos que no lo es, entendemos que para nosotr@s a muerto un compañero, a muerto un anarquista.
También falleció un compañero de la humanidad. Recordé a Malatesta unos minutos después de revisar las noticias: “la revolución no es por venganza, es por amor a la humanidad”. Esto lo recalco por sobre todas las cosas, es cierto; puede que no estemos de acuerdo en los métodos, en las formas, en las maneras, pero entendemos que el enemigo no es una persona, es una estructura. Es esa estructura la que genera oprimidos, la que globaliza desencantos y aglutina en muy pocas manos los recursos financieros.
Detrás de Mauricio hay una familia, sanguínea y otra de lucha; ambas ven como fallece un ser humano tan querido. Nadie –absolutamente nadie- puede negar ya como se mediatizó el tema, ante la muerte de un anarquista los medios de comunicación mostraron a un compa destrozado, en el suelo, descuartizado, mientras mostraba al ministro de defensa asegurando que esto ayudará a encontrar a los diversos “criminales” pone-bomba que estaban con él. Y de hecho fue así, al día siguiente la coerción se dejó sentir en diversos Centros Sociales Okupados como La Idea o Sacco y Vanzzetti en los que los organismos de seguridad interior del Estado buscaban a los “sospechosos”.
Cuando murió el general Bernales, me hubiera encantado verlo descuartizado en el suelo y que a los poco segundos después dejaran entrar a diversas comunidades Mapuche en la casa del “general del pueblo” a romperle los muebles, quemarle los sillones y torturar a su familia por su participación en la criminalización de las reivindicaciones ancestrales.
Seguramente en el Estado de Derecho esto es imposible, porque para ellos es fácil mostrar a compas como Mauricio como criminales pertenecientes a un “movimiento juvenil” sin forma, que nada tiene que ver con un trasfondo político. Pues bien; para los hijos de Fukuyama que creen que la historia se acabó, les tenemos una respuesta: están equivocados. El anarquismo tiene presencia en chile incluso antes de Recabarren, ya del 1880 la Idea se hacía presente, es normal que un ideal de solidaridad, amor y fraternidad no muera y tienda a multiplicarse entre l@s desfavorecid@s. Esto no es una moda juvenil, pero el Estado prefiere mantenerlo bajo esa lógica para pasar por meros delincuentes a prisioneros políticos. Los medios intentan mantener el Montaje.
Más allá de quien era Mauricio Morales, no debemos olvidar que era un ser humano, oprimido por esta sociedad, que intento cambiar las cosas, soñó con un mundo solidario, armo redes de fraternidad y esa consecuencia es impagable. Ahora hay que combatir ese montaje, la difusión debe continuar, la propaganda de la libertad y de los ideales de amor rebelde que llevaba Mauricio Morales deben propagarse, que esto no se convierta en la muerte accidental de un anarquista.
También falleció un compañero de la humanidad. Recordé a Malatesta unos minutos después de revisar las noticias: “la revolución no es por venganza, es por amor a la humanidad”. Esto lo recalco por sobre todas las cosas, es cierto; puede que no estemos de acuerdo en los métodos, en las formas, en las maneras, pero entendemos que el enemigo no es una persona, es una estructura. Es esa estructura la que genera oprimidos, la que globaliza desencantos y aglutina en muy pocas manos los recursos financieros.
Detrás de Mauricio hay una familia, sanguínea y otra de lucha; ambas ven como fallece un ser humano tan querido. Nadie –absolutamente nadie- puede negar ya como se mediatizó el tema, ante la muerte de un anarquista los medios de comunicación mostraron a un compa destrozado, en el suelo, descuartizado, mientras mostraba al ministro de defensa asegurando que esto ayudará a encontrar a los diversos “criminales” pone-bomba que estaban con él. Y de hecho fue así, al día siguiente la coerción se dejó sentir en diversos Centros Sociales Okupados como La Idea o Sacco y Vanzzetti en los que los organismos de seguridad interior del Estado buscaban a los “sospechosos”.
Cuando murió el general Bernales, me hubiera encantado verlo descuartizado en el suelo y que a los poco segundos después dejaran entrar a diversas comunidades Mapuche en la casa del “general del pueblo” a romperle los muebles, quemarle los sillones y torturar a su familia por su participación en la criminalización de las reivindicaciones ancestrales.
Seguramente en el Estado de Derecho esto es imposible, porque para ellos es fácil mostrar a compas como Mauricio como criminales pertenecientes a un “movimiento juvenil” sin forma, que nada tiene que ver con un trasfondo político. Pues bien; para los hijos de Fukuyama que creen que la historia se acabó, les tenemos una respuesta: están equivocados. El anarquismo tiene presencia en chile incluso antes de Recabarren, ya del 1880 la Idea se hacía presente, es normal que un ideal de solidaridad, amor y fraternidad no muera y tienda a multiplicarse entre l@s desfavorecid@s. Esto no es una moda juvenil, pero el Estado prefiere mantenerlo bajo esa lógica para pasar por meros delincuentes a prisioneros políticos. Los medios intentan mantener el Montaje.
Más allá de quien era Mauricio Morales, no debemos olvidar que era un ser humano, oprimido por esta sociedad, que intento cambiar las cosas, soñó con un mundo solidario, armo redes de fraternidad y esa consecuencia es impagable. Ahora hay que combatir ese montaje, la difusión debe continuar, la propaganda de la libertad y de los ideales de amor rebelde que llevaba Mauricio Morales deben propagarse, que esto no se convierta en la muerte accidental de un anarquista.
vale callampa uno menos que bueno ¡
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